viernes, 20 de marzo de 2020

Mozart, siempre Mozart

Pocos compositores trascienden su estilo, y perduran en el tiempo con sus melodías.
Beethoven sin dudas, pertenece a ese selecto grupo, junto a otro infaltable, Wolfgang Amadeus Mozart.
Al orden casi científico que Ludwing le impuso a su trabajo, le contrasta el desorden, el desenfado, la creatividad como herramienta básica y casi única, en una vida más apasionante, y cuya biografía atrae aún hoy a estudiosos que, incrédulos, admiran sus obras casi tanto como sus acciones personales, que lo llevo a la temprana muerte.
Pero hoy estamos para escuchar su sinfonía número 41, bautizada Júpiter, la cual no es tan famosa como su número 40, pero que tiene, a mi modestísimo entender, mucha más fuerza y potencia.
Disfruten.

Prince of Persia (1989)

A finales de los ochentas, los videojuegos todavía no eran la industria que conocemos hoy. Más allá de íconos indiscutibles como Mario en Nintendo, Sonic en Sega, no existía aún un verdadero concepto de "estrellas" en el mundo videojueguil.
Por eso, cada título que innovaba tanto en calidad gráfica, como en jugabilidad, era potencialmente un juego llamado a ser distinto, a imponer un quiebre en la historia gamer.
Prince of Persia sería uno de estos títulos, sin duda alguna. Desarrollado por Jordan Mechner, utilizando el sistema de rotoscopia, es decir, filmando y copiando los movimientos para darle así un efecto más natural a los movimientos de nuestro protagonista (del cual, y hasta el día de hoy, no se tiene conocimiento certero de su nombre, aunque en la adaptación cinematográfica se llame "Dastan", todos sabemos que en los videojuegos, no tiene nombre específico).
Pero no sería solamente el sistema de desarrollo lo que haría del Prince of Persia un juego clásico para los gamers que ya pasamos los 40 años. No, señor. El argumento también nos daría un primer pantallazo de lo que un videojuego podría llegar a realizar, esto es, meternos en una historia al estilo Las Mil y Una Noches, con su ambientación en las noches arábicas, con una música que pese a las limitaciones de la época, nos hacía creernos dentro de un palacio persa, con sus mazmorras, sus trampas letales, sus guardias despiadados...


Para ser honestos, la primera vez que pude jugar al Prince of Persia, no conocía aún el famoso truco de "PRINCE MEGAHIT" y ni siquiera pude jugarlo a todo color, ya que la PC de mi amigo (yo no tuve una hasta finales de 1993) era una AT 286, sin placa de sonido (el sonido que escuché la primera vez, fue a través del speaker incorporado a los viejos gabinetes y que sólo eran capaces de emitir pitidos, y algún que otro sonido decente, pero a un volumen imposible), y con un monitor ámbar monocromo, es decir, sólo imágenes amarillas sobre un fondo negro.
Pero más allá de esas extremas limitaciones (las funciones de aquella máquina son superadas mas de un millón de veces por un teléfono celular de esta actualidad), los movimientos se notaban geniales, la jugabilidad adictiva, la historia muy atractiva, con ese plus de ser un juego que te daba una hora para terminarlo, o la princesa sería finalmente desposada por el Visir, el gran tránsfuga de esta serie, hacían que uno se ambientara a fuerza de un poco de imaginación y mucho de entretenimiento.

Por cierto, lo de PRINCE MEGAHIT, era un truco con el cual podíamos obtener más vida, ralentizar saltos imposibles y no morir en la caída, además de eliminar enemigos apenas tocando dos teclas...

Pero resumiendo, puedo afirmar, sin temor a equivocarme, que Prince of Persia, un juego publicado y distribuido en 1989, marca un antes y un después en mi historia videojueguil.
Una historia que armaría un reencuentro más de veinte años después, y ya no en la PC, sino en una consola que también cambiaría la historia de los videojuegos, la PS2, pero eso ya será otra historia...

jueves, 8 de enero de 2015

NEED FOR SPEED HOT PORSUIT

Adquirido muchísimo tiempo después de haber sido lanzado por Electronic Arts, Need For Speed Hot Porsuit para PS3, sin dudas es uno de los favoritos de quien estas líneas escribe.

Gráficos que para la época significaron un salto enorme de calidad, una jugabilidad propia de esta excelente saga de carreras, y una simpleza que se diferencia del estilo fílmico de otras entregas (Carbono o Most Wanted, por ejemplo), hacen de este juego un entretenimiento de horas y horas.
Desbloquear circuitos, vehículos, desafíos, aunque la imposibilidad de conseguir algunos bonus si no es por medio de una tarjeta de crédito (uno de los pocos puntos en contra de la gran mayoría de los juegos para esta plataforma), son retos imposibles de esquivar a la hora de tomar el control y asumir el mando de un Porsche, un Lamborghini, un Mustang, etc.
La fase de Cop (jugar como policía en persecuciones a altísimas velocidades), todavía es un aspecto desconocido para mi, ya que únicamente me aboqué al estilo escape o carreras.
Pronto comentaré cómo se juega desde el lado de las sirenas y las trampas.

lunes, 14 de abril de 2014

Entre las alegrías y las centraleadas...

Pasó otra fecha del campeonato, la trece, y después de una semana a pura alegría auriazul (victorias ante Boca, NOB; eliminación de la Libertadores de los pingüis, de la Champions del equipo del Tata Martino, clasificación con remontada histórica del Valencia del Pizzigol), nos topamos con el peor enemigo: Nuestros nervios.



Es que Central tiene eso, no puede ser completamente feliz, lo de la Familia Ingalls no nos va (?), los finales felices dejáselos a las películas pochocleras de Hollywood. Nosotros somos cine bien indie, bien inexplicable, a cada suceso feliz, le sigue uno que te deja con una mueca de "y esto?"... pero así son las cosas para el Nuestro.
Un partido bastante trabado, como Belgrano quiso proponer en un Gigante de Arroyito colmado, que más allá de tener al local como dueño del balón, las situaciones más claras fueron para los celestes.
Buena actuación del Melli en el arco, algo que no sorprende, ya que su titularidad previa a la llegada de Caranta, era indiscutible. El fondo bastante sólido, salvo por un par de escapadas de los delanteros piratas, un mediocampo bastante criterioso, y una delantera que no logró acomodarse nunca.
Ahora entre semana contra Atlético Rafaela, puede ser la última chance, si se gana, podremos mirar de costado
Por el contrario, si perdemos, en este blog empezaremos a hablar del Mundial, y de las chances de Argentina ahora que parece que Lady Gago no va a jugarlo...
Abrazo gigante, y Aguante CENTRAL!

lunes, 15 de julio de 2013

Una Intro de la hostia, tío! (?)

Luego de comprar en el local de una cadena que se dedicaba a la música, y ahora intenta vendernos aires acondicionados "baratísimos", el Assassins Creed, en su primera versión, me apresté (?) a disfrutarlo esa misma noche en mi PS3.
Debo admitir que si bien conocía algunos gráficos, desconocía todo acerca de su historia. No tenía ni la más puta idea de lo que era un Animus hasta esa gloriosa noche de septiembre de 2012.
Cuando mis hijas se durmieron, el silencio reinó en la casa, y con él, la tranquilidad necesaria para instalar y empezar a disfrutar de un juego harto esperado por mi.
Ya de entrada, ver la introducción del logo de Ubisoft como con cierta interferencia me llamó la atención.
Obviamente dejé correr la intro, viendo cómo Altair (que hasta ese momento no sabía que se llamaba así) ajusticiaba a unos verdugos que la agitaban (?) en el patíbulo junto a un par de ahorcados.
Los gráficos me enamoraron. Disfruté cada detalle del escenario, de los protagonistas, de los extras (?), pero también del sonido, de la ambientación.
Una vez que el Asesino terminara de abrirse camino entre la gente para hacérsela caber a los bigotes de los verdugos y escaparse cual saltimbanqui (?) para terminar de camufle entre unos monjes que pasaban por ahí, terminaba la espera, y por fin el menú principal.

Assassins Creed, mi delirio, mi pasión (?)

En 2007, Ubisoft lanzó al mercado un juego que, quienes éramos fanáticos de la trilogía del Prince of Persia para PS2, llamaba la atención.


Sin embargo, esta reseña es muy subjetiva. Comencé a familiarizarme con el Assassins Creed (en adelante AC) en septiembre de 2012. 

Con la (tardía) compra de una consola PS3, la tentación de tener el AC era inevitable, aunque también resignada. Dada su antigüedad, parecía imposible conseguir el primer juego de la saga en las tiendas especializadas. Por Mercado Libre Argentina (beeeeeh!) tampoco aparecía como yo lo quería: nuevo, sin uso, con el celofán pegado desde fábrica y no envuelta en un sobre pegado con cinta scotch (?).
Sin embargo una fría tarde de ese septiembre, paseando junto a mis hijas por Rivadavia y Acoyte, en el golpista y oligarca coqueto barrio de Caballito, ingresé por otro asunto al histórico local de Musimundo (beeeeeeh! x2) y al ver la góndola de juegos de PS3, la Divinidad (?) me llevó cuasi empujado a hurgar entre las cajas expuestas.
Grata fue la sorpresa al ver y tener en mis manos (en realidad la levanté con la derecha, pero suena mejor tenerla en las dos manos, cual Indiana Jones (?)) el AC en su versión original.
Es cierto, la caja se diferenciaba de las demás, por ser roja, por no tener el actual logo de PS3 sino escrito PLAYSTATION 3 en unas letras chotas comunes en la parte superior de la portada.

Casi sin dudarlo, lo único que me sacó de aquel glorioso momento fue una de mis hijas mostrándome un mousse en forma de auto que le gustó (?), procedí a llevarlo a la caja y guardarlo inmediatamente en mi morral maraca moderno.

Así comenzó mi idilio (?) con esta entrega de Ubisoft, así empezó todo...